Capítulo uno:
Como anuncié hace poco, me he puesto por mi cuenta, sin ningún despacho detrás, y ello conlleva el vértigo de trabajar “sola“.
Con este artículo me gustaría iniciar una nueva serie a modo de “diario” a tiempo real de cómo es mi experiencia en el emprendimiento siendo abogada penalista.
Primeros trimestres, primer año quizás, etc… ¿Qué os parece?
Me preguntáis mucho y creo que en lugar de ir contándolo en mensajes privados, compartirlo aquí me permitirá extenderme algo más y, con ello, ayudar un poquito más a quien esté en una situación similar.
Por supuesto compartiré todo, lo bueno y lo malo, he dicho que sería REAL.
Vamos por puntos:
El Coworking
En un inicio mi idea era trabajar en el coworking porque me habían advertido que llevar un horario trabajando desde casa iba a ser algo muy difícil desde el principio. Así que busqué un coworking, y me apunté.
No sabía cómo me iba a ir trabajar en un coworking, la verdad, porque tengo que reconocer que cuando tengo que poner “focus” en un escrito, soy rarita y todo me molesta.
Sin embargo, me gustó trabajar en un espacio así. Este en concreto es muy silencioso y el poder cambiar la mesa de trabajo, por una butaca o las mesas altas con taburetes me ayudan a llevar a cabo el «cambio de tema mental» cuando paso de un asunto a otro.
Ahora bien, también es cierto que aunque me gusta ir, también le he cogido el gusto a esto de trabajar desde casa, así que lo que hago es ir de vez en cuando al coworking. Especialmente, cuando necesito estar muy concentrada para redactar un escrito «de los densos», seguro que me entendéis.
No veía nada claro lo del coworking, pero me gusta ir a veces. Aún así, sigo trabajando mucho desde casa y en pijama, las cosas como son 😆
El horario
Estoy trabajando menos horas.
Antes tenía que cumplir 40h semanales y sea como fuese, las llenaba con faena, llamadas, mails, o organizarme la semana.
Ahora me organizo en las esperas del juzgado y ese mismo tiempo lo invierto en adelantar faena desde el móvil (con Google Drive, desde ahí trabajo con todo). El WhatsApp también me agiliza mucho la faena. Sé que el WhatsApp es como el demonio para otros compañeros, pero a mi me está funcionando de lujo, igual que el correo electrónico. Así pues, lo que hago es aprovechar esos ratos de espera en los Juzgados para comunicarme con los clientes, hacer consultas con juzgados, o incluso, adelantar algún escrito sencillo.
Por las mañanas, por supuesto, trabajo el mismo horario que antes, o incluso más. Antes a las 14h paraba -trataba de ajustarme a mi horario- y ahora me alargo más.
Sin embargo, mis tardes han cambiado radicalmente. Aquí sí que hay una reducción importante en las horas que trabajo, y sigo llevándolo todo al día.
Creo que es justo eso lo que ha cambiado, ahora no trabajo tratando de rellenar un espacio de tiempo o cumplir un horario, que muchas veces te rompe un momento de concentración y al final acabas siendo menos productiva. Sino que, trabajo buscando la eficiencia, y cuando acabo, pongo fin a la jornada. Antes adaptaba el trabajo al horario, y ahora es al revés, y creo que esta es la clave, soy más eficiente y trabajo menos horas.
Diréis… eso es que no tiene trabajo. Actualmente tengo 217 asuntos abiertos. Algunos son más ágiles que otros, ya sabéis…
Pero os he dicho que también hablaremos de lo malo, vamos a ello. Lo único malo, de momento, que puedo decir de trabajar realmente de forma autónoma, es que no puedo apañármelas sola. Me explico.
Hay picos. En esos picos pienso en cómo salir, en dejar la profesión y hacerme influencer de música y otras tonterías por el estilo (digo que son tonterías porque sabéis que me encanta mi profesión). La cuestión es que en estos momentos tengo un descontrol horario fuerte, y puedo trabajar muchas horas seguidas sin parar, comiendo delante del ordenador para avanzar y acabando a las 23h.
A principios de octubre, tuve un pico importante de faena, y un cliente me llegó a preguntar si no quería cobrar este mes (hace pagos mensuales porque hemos fraccionado la minuta).La cuestión es que cada mes envío los «emails de cobrar», que son los que proporcionan los datos al cliente de lo que toca pagar y cómo hacerlo. Se me había olvidado cobrar y me lo tuvo que recordar un cliente… para que veáis.
Al no ser un plazo lo puse a la cola de «cosas por hacer» y bueno 🙃 Os he dicho que iba a decir también lo malo, y aquí tenéis una mala: la gestión de los «picos» de trabajo.
¿Esto ocurre? Sí, ¿Ocurre todas las semanas? No, ocurre de vez en cuando. Así que, aún con esto, sigue valiendo la pena.
Otra cuestión que no es que sea mala, pero no me encanta, es que a veces necesito cobertura. No me gusta usarla, pero a veces se me hace necesario llamar algún compañero.
Sin ir más lejos, el otro día os conté por Instagram una situación en la que me había visto: una clienta me contrata para defenderla en un juicio por delito leve (lesiones). Perfecto. El día antes del juicio, por la tarde, me llama la novia de un cliente, han detenido (otra vez) al cliente, y tengo que asistirlo. Voy a asistirle a comisaría esa misma noche, pero el día siguiente pasaba a disposición judicial. Esto significa que debía realizar dos acciones en dos partidos judiciales, la misma mañana. Estando sola, gestionar esto no es nada fácil.
¿Cómo lo solventé? Hablando por teléfono con la tramitadora del asunto del cliente detenido, me coordiné con ella y, tras asegurarme de que no había petición de prisión preventiva para mi cliente, llamé a un compañero para que me cubriera, y asistiera a mi cliente detenido para que pudiera quedar en libertad cuanto antes.
La economía
Tengo sensación de descontrol, pero la verdad es que al final de mes, cuando reviso mi Libro Diario y preparo mis facturas, todo es correcto y voy bien.
A nivel de gastos, el coworking, la domiciliación, mutualidad, cuota colegial, el fax y poco más.
Todos los meses (TODOS, de momento) me he sorprendido gratamente con el resultado. No trabajo con objetivos económicos (de momento), pero me está funcionando bien, y trabajando menos horas que antes, mi facturación ha aumentado, esto ya lo advertía Mónica Gil.
Mis honorarios considero que no son elevados, pero tampoco “soy barata”. Sin pasarme, tengo el precio que honestamente, creo que vale mi servicio, estoy satisfecha y los clientes también.
En cuanto a las colaboraciones, haré un post sobre este tema, que sé que os interesa.
Las colaboraciones
Lo cierto es que a raíz de anunciar mi nuevo proyecto varios compas (y amigos) me han propuesto colaboraciones de distinta índole. Con todos ellos estoy colaborando y está funcionando. Gracias de corazón: Enrique, Berta, Ernesto, Elena, Óscar y Carles.
Qué importante es la especialización para las colaboraciones. Estaréis hartos de oírmelo decir, pero confiad. Es tan real que aproximadamente el 30% de los asuntos que tengo provienen de otros compañeros que, o no quieren, o no pueden llevar X caso.
Conclusión
Es algo extraño, porque echando la vista atrás, durante este semestre, he tenido sensación de descontrol en horarios e ingresos. De verdad.
Sin embargo, una vez acabado el semestre, y hechas las revisiones en ambos aspectos, todo es correcto y ha salido, incluso, mucho mejor de lo que esperaba.
Gracias a quienes me habéis ofrecido ayuda, y a quienes me vais preguntando «¿Qué tal lo llevas?». El balance de este primer semestre es muuuuuuy positivo (espero que se mantenga) .
Para acabar, me vais a permitir hacer el papel que muchas veces me han dicho, de mujer pegamento, pero de verdad es así.
Los autónomos no estamos solos, estamos juntos (si queremos), y ayudarnos entre nosotros, por ejemplo, cubriéndonos, colaborando o hablando sobre distintas formas de trabajar, enriquecen tanto que pueden hacer que a otra compañera le vaya bien en su campo.
Yo soy autónoma, pero jamás me oiréis decir que estoy sola, porque no me he sentido sola ni un solo segundo, incluso antes de dar el paso.
GRACIAS
Seguiremos informando…